XXIV. Complilado

En mi carpeta de las cosas secretas y eternas tengo retazos inconclusos de escrituras espontáneas que nacen de la vieja máquina fabricada en la segunda guerra. Claro está no son necesariamente tan secretas ni tan eternas, pero dado que son de mi autoría considero que merecen ser publicados.

1
¿Querés venir a casa para que te ame en silencio, o bien, que llene los silencios con entretenidísimas palabras vacías?

2
Después del incendio se encontró con su rostro terriblemente deformado, el asco lo invadió y le generó rechazo hacia ella. Se arrancó los ojos, malditos, que no le permitían ver lo hermosa que era.

3
Yo, vos, vino, cine, velas.
Vos, yo, vine, sino, celdas.
Son vos, yo, velo, celos.
¿Cenas? ¿Venas? Sol, color, calor.
Vamos, vos, yo, velas.
Cine sin vos, vos sin él.
No vino, sí cine, ¿si?
Ve las velas velar la velada.
Cine, vos, yo, vine a desvelarme.
Con velas, con vos y con cine.

4
Es un torbellino
full-filled of yells
una taza de café hirviendo
viendo una tierra nacer
erupciones y boiling
cafeína avispando
una amargura borboteante
ante un tornado
nado impaciente
siéntese el calor
lo repito cataclísmico
mi collar catastrófico
siente latir y fundir
sangre llueve, semilla y llanto.

5
Era uno de los eventos más esperados por la Agrupación. Una tranquila tarde de primavera. Me dirigía al salón de conferencias. Iba a ser entonces en el Hotel Meunier. Caminaba resuelto, recuerdo, encendiendo un pucho con los fósforos que el bar Tremoussoir solía regalarle a sus clientes. Mi maletín se balanceaba por la izquierda, con el envión que produje al sacar la cajita. Se encendían los primeros faroles, ya automáticos y eléctricos, y las luces de los autos reflejaban en los charcos de las grietas del adoquinado. Poca gente rondaba por ser un viernes casi anochecido, pero esa lluvia acobardaba más que mojar. Vi como un barquito se acercaba al puerto, del otro lado del boulevard, y pensé en esas personas de las que no se sabe dónde están. 
A una cuadra del hotel ya empecé a ver un que otro miembro de la Agrupación, ninguno renombrable (pero tal vez sí renombrado).
Es que para ese entonces eramos pocos, imagínense, todavía se llamaba Agrupación.

6
Ensayo de luces (apología a las drogas)
La plata se oxida -o eso me hace creer- con la luz. El hombre ha desarrollado un sistema que permite oxidar pequeñas láminas con los tintes del entorno. Con las vibraciones que la luz produce, y sus colores.
La fotografía, como la mente, nunca va a ser tan definida como cuando se toma, como cuando está en su esplendor. O lo que se supone que es. La definición es mayor, el color, las sombras. Cuando se aplica un filtro, como a la mente, suelen denotarse otras cosas.